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    17 de Octubre de 2022 - Por Nataly Chamorro rscj

Mi experiencia con Mater

Hace dos meses llegué a Granada (España) a estudiar la teología, y en este tiempo he podido conocer la ciudad y palpar la realidad de los sintecho, las personas que viven en situación de calle, los problemas sociales que preocupan al país y aquello que da esperanza. Sentir más de cerca la guerra en Ucrania con la realidad de los refugiados y de los migrantes que vienen de África. Y conocer el cómo se vive ser católico, la asistencia a las misas y fiestas religiosas como la Virgen de las Angustias, patrona de la ciudad.

También, he podido contemplar la diversidad de nacionalidades, porque la ciudad es muy visitada debido a que aquí se encuentra la Alhambra un conjunto de palacios que albergó al rey Nazarí cuando esta parte de España pertenecía a los musulmanes y luego albergó a los reyes católicos y al emperador Carlos V.

Por otro lado, las materias que llevo este semestre en la teología me han estado cuestionando, movilizando o afirmando en ciertas convicciones y creencias, más lo que les comentaba en el inicio de este compartir hacen que muchas veces que el corazón y el espíritu se sientan abutagados, con mucha información, mucho movimiento interior. Y es aquí en donde Mater me ha estado acompañando, de manera significativa y presente y no sólo porque la comunidad de Granada en la que estoy viviendo lleva su nombre, sino también, porque es una invitación constante a parar, acoger lo que va pasando el corazón ante todo lo nuevo que voy descubriendo, conociendo y experimentando.

Parar físicamente, detener la mirada, aquietar el corazón y dejar que Dios “hable”. Hable entre comillas, porque más que escucharlo hablar es acoger su silencio, porque eso es lo que me quiere dar, silencio para reconocerlo en lo que vivo día a día, silencio para acoger lo que me pasa por dentro, silencio para quedarme con lo significativo, silencio para descansar, silencio para tragar y digerir todo lo que voy viviendo.

Muchas veces he escuchado decir que la imagen de Mater es estática, que es fome, que no invita a nada, que es como si estuviera esperando que Dios le dijera algo. Y pensaba en tantas imágenes que se contemplan de Buda en el que está con las piernas cruzadas, con diferentes mudras y ojos cerrados. Y claro, estamos tan acostumbrad@s a qué siempre tenemos algo que hacer que cuando se nos invita a detenernos, nos parece raro.

Que esta fiesta de Mater nos ayude a acercarnos más al detenernos y hacer silencio interior (que a veces cuesta y da miedo), a retomar o fortalecer nuestra vida espiritual/interior para reconocer como Dios está y nos acompaña en lo cotidiano… aunque a veces pensemos que no lo está.

Nataly Chamorro, rscj

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