Mujer, Hermana, Maestra, Fundadora. Por Camila Gutiérrez, rscj Colombia. 2018 (extracto)
Sofía Barat, mujer fuerte y débil; mujer tierna y firme, mujer exigente y compasiva. Mujer del siglo XIX activa y contemplativa, mujer de contrastes, humilde, amiga de los pobres, trató a los grandes del mundo con sencillez y humildad. Amiga del silencio y de la Palabra. Me gusta su creatividad y su dinamismo, su capacidad de abrir caminos y renovar, lo que la hizo escribir “Los tiempos cambian y nosotras debemos cambiar con ellos”
Su historia comienza en el año 1779 en una pequeña ciudad llamada Joigny, región de Borgoña, Francia y en su búsqueda de la Voluntad de Dios la lleva a los orígenes de la Sociedad del Sagrado Corazón en Paris, recibiendo como inspiración un proyecto educativo que dio vida a tantas obras en diferentes en muchos países y culturas del mundo.
Educada en un medio jansenista, que hizo duro y difícil su camino espiritual, su proceso interior y su crecimiento humano. De una imagen de un Dios rígido y temible, a la de un Dios que es Amor y que asume a la Humanidad. Magdalena Sofía, como nosotras, tuvo que romper esquemas, dejarse transformar, confiar para encontrar al Verdadero Dios. Su vida fue un largo itinerario de luchas y sombras que la llevaron a la convicción del Dios de Amor. Abriéndose a la novedad de Dios, abrió un camino perdurable en la Espiritualidad del Sagrado Corazón, siempre antigua y siempre Nueva.
Una sucesión de hechos vividos con sentido y carisma propios la fueron llevando a ser la MUJER siempre en proceso personal, de crecimiento madurez y superación. En sus relaciones personales su tendencia natural fue la de conservar lo esencial, restaurar lo caduco, reparar el mal y renovar la vida. Su proceso personal desde pequeña la hizo segura de sí misma. El rigor de su hermano le hizo trabajar su temperamento vivaz y alegre sin reprimirlo. Su atención a cada persona, su capacidad de amar profundamente, le exigirá madurar afectivamente y la llevará a centrar su corazón en el de Jesús. Su tenacidad y libertad interior para enfrentar las crisis de la congregación, para salir adelante en tantas coyunturas difíciles la llevó a una paz y a una sencillez del Espíritu profunda.
Sofía propondrá un sistema educativo en el que la mujer tenga una preparación equiparable a la de los varones y que fuera integral. El área de trabajo al que apostó fue la educación de niñas, mujeres y jóvenes, de clase alta, media y con una especial preocupación por las pobres, llamadas a ser fermento en la masa. Su proyecto educativo se fue extendiendo en Europa, África, Norte América y Sur América.
Peregrinó por las carreteras maltrechas de entonces para empezar fundaciones y para visitar a las comunidades y colegios. Entre 1800 y 1820 se abrieron 35 fundaciones y de 1821 hasta su muerte se abrieron 6 fundaciones más. Y en el momento de su muerte en 1865 sería la cabeza y corazón de 3.359 mujeres religiosas, unidas por el mismo ideal espiritual: “Llevar el Amor del Corazón de Jesús hasta los límites más lejanos del mundo”.
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